jueves, 1 de septiembre de 2011

...ESTO ES NINGUNA PARTE...

   La idea nació por una experiencia personal: la ex-novia de un amigo era “bruja”. O eso es lo que se decía, que te provocaba dolores de cabeza, e incluso desmayos si no le caías bien. Como me encantan los cuentos de terror, yo creía que era verdad, y no paraba de darme vueltas en la cabeza cómo se podría contar una historia así en teatro. Y en la nada, apareció una imagen como premisa de ese “algo” que tenía ganas de investigar: una mujer, sentada, se toca la cabeza, como si le doliera, como si tuviese puntadas en las sienes, mientras camina inquieta en un lugar definido únicamente por un par de sillones viejos. Ella hermosa y sofisticada, en un lugar feo y descuidado, en un lugar que no termina de ser. En ninguna parte. 

   Pensé en comedia, en esas que veía por televisión cuando era chico, donde los protagonistas iban entrando de a uno, y se escuchaban aplausos, ovacionándolos. Que se mantuviera ese formato, pero que fuera la cara B de esos programas: que nos diera miedo. Y también risa, todo junto, a la vez. Una comedia violenta de poderes mentales: violenta en el cuerpo del actor, en la historia. Que tenga el condimento que más aprecio en un hecho artístico: “la sorpresa”. Sentirme como un chico dejándome llevar por una historia que ni siquiera se me ocurriría imaginar. Ese era el desafío. Una obra fundamentalmente de actores, escrita para los actores. Actores no bailarines, que se enfrenten con el compromiso de llevar las acciones hasta las últimas consecuencias. 

   Me interesa la estética de terror, ese “crear” climas desde el suspenso. Me gusta Poe y la comedia romántica. Plantear una comedia clásica con un punto de quiebre: por un lado el plano de la realidad que nos intenta contar la dramaturgia, y por otro lado, lo que realmente está pasando, como contraposición. Una especie de “¿Quién le teme a Virginia Woolf”, lisérgica, irreverente, salvaje, estúpida, violenta, absurda y romántica. 

   Débora, Andrés, Carolina, Francisco y Mónica, en ninguna parte se llaman: Debby, Andy, Carol, Fran y Moni. Como si la abreviatura en inglés les diera un status que intuimos tienen, pero del que no estamos completamente seguros. Vestidos de rojo y negro (en homenaje a la novela clásica de Stendhal), el negro, la no luz, la oscuridad, lo oculto; el rojo, la sangre, la pasión, el peligro, el amor; entran a escena viniendo de una cena que transcurre en el comedor de la planta alta, cena que como espectadores no presenciamos. Y las preguntas de siempre: ¿Dónde están? ¿Quiénes son? ¿Qué pasó?, no importan tanto como “¿Qué está pasando?”. Y la más importante: “¿Está pasando lo que creo que está pasando?”. 

                                                                                     Leonardo Azamor

1 comentario:

  1. Que excelente texto. Voy a ir a verla cuando pueda. Saludos!

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